La confianza es un valor que engrandece no solo al que la recibe, sino al que la concede.
Isidro Huerta
En una época en que las estructuras verticales prueban una y otra vez su poca eficiencia en los resultados, las estructuras horizontales que giran alrededor de la pieza más importante de la ecuación “El Cliente” logran una mejor comunicación con el consumidor y por ende alcanzan más fácil y rápidamente el resultado de un cliente informado y satisfecho, lo cual se traduce en rentabilidad.
Esto aplica no solamente con nuestro cliente externo, sino que también con el cliente interno en el proceso de la toma de decisiones, respuestas más rápidas que hacen una organización más eficiente.
Sin embargo, para lograr esta estructura se requiere de cambios de paradigmas y alinear los esfuerzos de grupo a una misión y a la visión estratégica de la organización y no verlo sólo como un cliché de la empresa.
Una de las palabras que frenan estos procesos se llama “control” y habría que sustituirla por una palabra más esplendida la cual es “confianza”.
La confianza es el detonante de todas las potencialidades, talentos y creatividad de las personas.
Una persona facultada es alguien que desde sus funciones está encaminada al logro de las metas establecidas en su organización con compromiso, responsabilidad y con un sentido de pertenencia y cuyos logros son parte del éxito del grupo de trabajo u organización cimentada en la confianza y la autoconfianza.
Un equipo facultado es un grupo de personas interdependientes, autodirigido con objetivos, valores y responsabilidades comunes.
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